lunes, junio 28, 2004

I'm all lost in the supermarket.

me robé la línea de Issa. que se la robó de The Clash, así que no importa.

el sábado pasado acompañé a mi madre al súper, cosa que no hago desde hace mucho tiempo. por lo general, ella no se queja, porque siempre gasta más cuando voy con ella. pero veníamos de no sé dónde, entonces tenía llevarme al súper, o ir a dejarme a la casa en medio. and that just wasn't gonna happen. ever.

mi madre se compró un melon llamado Santa Klaus. así que estamos comiendo Santa Klaus. no puedo decir que lo grotesco de esta situación me desagrada. hay algo tanto hereje como anti-imperialista en comerme a Santa Klaus. y me encanta sentirme hereje y anti-imperialista. sobre todo porque no lo soy. jiji.

la zona de hierbas frescas y especias del eichibí chipinque es lo más cercano a un mercado que verá la mayoría de las niñas fresa de la del Valle, por lo que siempre que voy termino meditando un rato frente a ella, contemplando el desbarajuste socio-económico que es mi país, mi municipio y mi familia. generalmente en términos pseudo-marxistas, lo cual se puede adjudicar al alma mater de mis dos padres dos. por mi raza hablará el espíritu. (espirituniverse, Issa.) i.e. el bizarro hecho de que soy una pequeñoburguesa meritócrata gracias a que mi familia es de intelectuales orgánicos. o sea, que soy una niña tec gracias a que merezco una beca (que técnicamente no es por mérito, pero podría serlo... creo), gracias a la educación pro-cerebro que me dieron un par de prestigiados miembros de la inteligentsia mexicana de los sesentas, indigenístas para colmo.

.. y terminé aquí, en San Pedro Garza García, ene ele, segunda división municipal más rica de Latinoamerica (hasta donde sé), observando fijamente las pencas de maguey en el área de vegetales del eichibí, entre los chayotes y el jengibre, sobre el eneldo, que esperan pacientemente a que la alguna amable regiomontana la compre para cocinarse un mixiote. no puedo sino sentirme algo triste de que los estrategas de aclimatación local del eichibí sobreestimaron la mexicanidad de los sanpetrinos. no, no algo triste, muy triste. pasé el resto de la tarde preguntándome qué tan dificil sería excavar un hoyo en el patio de atrás, cuánto durarán las brasas enterradas y dónde conseguir conejo, con tal de comprar y utilizar esa penca.

en el otro extremo del súper, entre los libros sobre el pinche monje ese que vende carros deportivos, había un O. Henry a veinticinco pesos. no conocía la editorial. de la misma editorial también había un libro desconocido de una autora desconocida, que costaba quince pesos. a ese precio, quien no apuesta. eran más gruesos y se veían de impresión y edición más chida que los que se compran por los mismos precios en el metro de libros Gandhi. quién sabe como estén. no he tenido tiempo ni de ojearlos. había otros dos libros de la misma editorial. un buen de cada uno. anunciando su mísero precio entre los libros de cómo ser buenos padres y los de cómo tener éxito en los negocios. fácil unos diez de cada título.

libros y pencas que nadie compra. qué triste.

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