jueves, julio 15, 2004

all of the ants left Paris.

me invaden los artrópodos. hay hormigas en mis dulces, mosquitos en mi aire, palomillas en mis lámparas, arañas en mis esquinas.

y una catarina en el boton de cerrado de la pantalla de Sancho.

alguna vez un amigo y yo diseñamos una topología psicológica basandonos en insectos y arácnidos. había palomillas, nocturnas criaturas extrañas e irreales, con su propia belleza inusual, decididas a auto-destruirse. había mariposas, hermosas pero exquisitas, díficiles, frágiles. había luciérnagas, simples bichos ordinarios que no demostraban su magia excepto en un preciso y vital momento. había escarabajos que sobreviven y prevalecen en diversos niveles de inmundicia. había mantis religiosas -depredadores gráciles- y tarántulas -depredadores robustos. había hormigas y abejas de naturaleza bien documentada por fábulas y clichés.

él decía que yo era una catarina. pequeña, ligeramente venenosa; depredadora (believe it) de piel dura y colorida.

sigo creyendo que fue demasiado benigno conmigo.

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